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La innovación tecnológica como fuente de valor y competitividad sostenible en el agro

*Por Freddy Amores P.

Quevedo, Los Ríos, Ecuador

En un mundo globalizado el comercio internacional demanda una producción eficiente y competitiva. La innovación tecnológica permanente es el motor que impulsa el desarrollo de ambas dimensiones económicas en el Agro. La elección entre distintas alternativas para combinar los recursos Tierra, Trabajo y Capital sostiene el concepto de la innovación tecnológica de los procesos productivos. La innovación se refiere simplemente el hecho de producir mas con menos, sin deterioro del entorno ambiental, para merecer el objetivo de sostenible.

La historia de las distintas alternativas para combinar Tierra, Trabajo y Capital va de la mano con el desarrollo económico en el campo. La Tierra se refiere al suelo, clima y servicios ambientales que la naturaleza aporta como insumos al proceso productivo. Trabajo es la energía vital (intelectual o física) que el ser humano aporta para hacer andar dicho proceso. Capital es el conjunto de herramientas (tangible o intangible) que los productores utilizan para la mejor articulación de Tierra y Trabajo.

Visualizados en este contexto, los sistemas de producción agropecuaria necesitan reinventarse continuamente, mediante ajustes tecnológicos, o incorporando nuevas tecnologías que permitan saltos importantes de productividad. En su significado mas generalizado, la tecnología es la capacidad disponible para el control de la naturaleza, en la búsqueda de ganancias de eficiencia productiva en el Agro. Mas control de la naturaleza significa un mayor nivel de intensificación tecnológica. Por ejemplo, una carga de 10 unidades bovinas/ha demanda una gran intensificación tecnológica, comparada con una carga de 1 unidad bovina/ha (habitual en nuestras ganaderías tradicionales manejadas con tecnología muy extensiva).

Además, con un mayor control de la naturaleza, la incertidumbre acerca de lograr los objetivos económicos fijados para un sistema de producción disminuye, al acortarse la brecha entre la productividad obtenida y la planificada (mejor si la primera supera a la segunda). Así, mientras menor es la brecha entre ambas mayor es la creación de valor económico y viceversa. Por ejemplo, si alguien se fija como objetivo incrementar la producción anual de fruta de palma africana en 20%, respecto a su producción habitual, luego de actualizar la tecnología de nutrición del cultivo, y al final el incremento llega al 5%, terminará con una amplia brecha productiva que seguro afectará sus expectativas de retorno por dólar invertido en el ajuste tecnológico; en el peor de los casos puede salir tablas. Con mucho menos fortuna, la obtención de un incremento negativo de la cosecha, definitivamente conduce a la destrucción de valor económico, algo que nadie quiere.

Las etapas de cualquier proceso productivo avanzan impulsadas por una serie de decisiones que el productor va tomando a medida que progresa el ciclo del cultivo. Tomar una decisión significa elegir un camino de acción entre varios disponibles para alcanzar un objetivo. Los resultados que los productores esperan de su actividad económica dependen de la calidad de las decisiones que toman. A su vez la calidad de una decisión es función de la calidad de la información que alimenta este proceso. El productor con acceso y uso de información confiable tomara decisiones mejor calificadas y menos inciertas respecto a los resultados que espera obtener. Las decisiones en el campo tienen que ver con ajustes operacionales y tecnológicos habituales y también con la introducción de tecnologías de vanguardia al proceso productivo.

El siguiente ejemplo, con referencia a la producción de maíz duro, refuerza la aplicación de los conceptos descritos hasta aquí. Uno de los factores que controla fuertemente la intensidad tecnológica que se aplica en su producción, tiene que ver con el nivel y balance de la fertilización para el mejor control de la fertilidad del suelo, en beneficio de la nutrición del maíz. Obviamente, los productores tiene que decidir una camino de acción, es decir tomar una decisión, entre varias alternativas disponibles, con el fin de proporcionar al cultivo una dotación nutritiva suficiente, balanceada y en armonía con del desarrollo vegetativo de las plantas. Los resultados del análisis del suelo (en realidad menos del 1% de los productores maiceros utiliza este recurso tecnológico en nuestro país) e información complementaria, constituyen recursos muy útiles a la hora de elegir un rumbo de acción. Decisiones equivocadas pueden representar fácilmente la pérdida de la cosecha de miles de kilogramos de maíz por hectárea.

Pero el riesgo de elegir el camino equivocado siempre estará presente en las decisiones del productor, aunque éste puede disminuirse apoyándose en la experiencia propia y en la de profesionales bien entendidos en el tema, en este caso de la temática de la fertilidad del suelo, para disponer de información calificada. La minimización del riesgo de hacer una elección inconveniente, debe ser abordada por robustos programas de investigación y extensión agrícola. De hecho, promover el desarrollo de una cultura de innovación tecnológica permanente entre productores, debería ser un objetivo importante de este tipo de programas. Concursos de productividad entre productores es una herramienta que podría servir bien para impulsar la consecución de dicho objetivo.

Manteniendo esta línea de pensamiento respecto al maíz, la decisión acerca de que semilla híbrida sembrar es un gran decisión y desafío tecnológico para el productor de esta gramínea. Por otro lado, el ajuste de la distribución del abonamiento en función de la variación de la calidad del suelo, dentro de un mismo lote o finca maicera, es una técnica de la Agricultura de precisión que forma parte de un nuevo concepto tecnológico con gran potencial para controlar la naturaleza, beneficiar al cultivo de la asignación eficiente de los fertilizantes, y al productor de un mayor control del retorno que recibe por cada dólar que invierte, en armonía con la heterogeneidad del suelo entre distintos sectores del campo de maíz (u otros cultivos). Las oportunidades para ganar productividad y crear valor para la Tierra cultivada son múltiples aplicando este enfoque de Agricultura de precisión, una gran herramienta de gestión para el profesional de la Agronomía. Contrario a lo que se cree, con la asistencia adecuada, puede funcionar bien para los pequeños productores; hay buenas experiencias al respecto.

*Ingeniero Agrónomo, M.Sc. (Ciencias del Suelo y Nutrición de cultivos); Master en Administración de Negocios. Investigador agrícola. Consultor internacional. Telf. (593) 052 786539 – 0981060029.

Fuente Diario La Nación

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