Tres desafíos prioritarios por atender en la industria alimenticia es lo que ha quedado tras el arrasador efecto del Covid-19 a nivel mundial, estos son: garantizar la inocuidad, el abastecimiento de mercados y la estabilidad socioeconómica.
Si nos centramos en el sector acuícola, esta tríada resume un modelo de sustentabilidad que en Ecuador ya se trabaja sobre la base de la investigación e innovación, lo que le ha permitido al país —de alguna manera— sostener sus exportaciones de camarón; inclusive, el volumen incrementó en 7 %, a pesar de que a mediados de 2020 este sector registraba una contracción en su demanda mundial, según información proporcionada por la Cámara Nacional de Acuacultura (CNA).
Esta última variable es importante porque, aunque las exportaciones de camarón se incrementaron en un momento tan complejo como el de la pandemia por Covid-19, los precios en el mercado reflejan una caída sostenida desde el 2015. Ese año, el precio promedio por libra de camarón de exportación se situó en USD 3,20 mientras que en el 2020 cerró en USD 2,42. Es decir, para garantizar la sostenibilidad de esta industria es necesario cuidar los costos sin sacrificar la calidad.
Para los cultivadores de camarón, el alimento balanceado es un factor clave en el desarrollo de la industria de este crustáceo, considerando que el precio del alimento es uno de los componentes que más repercuten sobre los costos variables de producción. Este insumo llega a representar el 50% y 70% del costo total, lo que conlleva en ocasiones “que el productor se incline por un alimento de menor valor arriesgándose a incrementar sus costos de producción por una equivocada elección de la dieta”, sostiene Cindy Campoverde, P.h. D. y gerente del Centro de Investigaciones Acualab, de la empresa Agripac.
En este sentido, la selección de un alimento acorde al cultivo dependerá de algunas pautas, entre las que podemos mencionar:
a) conocimiento de la especie y etapa de desarrollo.
b) características físicas del alimento en cuanto a tamaño, uniformidad, integridad física y humedad.
c) composición y disponibilidad de sus nutrientes.
Generalmente, una de las características para valorar la calidad de un alimento enfocado a acuicultura es su hidroestabilidad, es decir, la resistencia del balanceado para disolverse al entrar en contacto directo con el agua.
Los alimentos acuícolas pueden perder nutrientes rápidamente después de su inmersión, por lo que es importante que tengan estabilidad y atractabilidad, para que el animal detecte el alimento y, así, maximizar la absorción de nutrientes por los animales cultivados. El alimento debe mantener su integridad física después de su inmersión en agua, con mínima desintegración evitando la lixiviación de sus nutrientes (la separación de una o varias sustancias, usualmente pulverizadas mediante el uso de disolventes líquidos).
Una inadecuada hidroestabilidad dará lugar a un alimento no consumido y desperdiciado, aumentando la carga orgánica en el cultivo, conversión alimenticia elevada y una disminución de la eficiencia productiva y rentabilidad.
Bajo ese lineamiento, el centro de investigación Acualab realizó sus primeros ensayos en base a diferentes formulaciones con la adición de soluble de pescado, dietas relacionadas con diferentes densidades en el cultivo del camarón y época del año, además de evaluar aditivos en cuanto a palatabilidad y atractancia en el alimento. Como resultado de estos ensayos lograron elaborar un balanceado más competitivo para diferentes escenarios, abordando aspectos de calidad y costo.
Actualmente, sus investigaciones van direccionadas al desarrollo de dietas extruidas sin dejar de lado temas relacionados a la mejora de la digestibilidad de los ingredientes y validación de diversas materias primas. “A través de Acualab obtenemos conocimientos claves para el desarrollo de fórmulas nutricionales que se ajusten con mayor precisión a los requerimientos del camarón bajo diferentes ambientes de cultivo de manera sustentable, mejorando la relación costo-beneficio de nuestros productos y poder enfrentar los retos del sector productivo con alto nivel de rigurosidad investigativa”, explica Cindy Campoverde.
Cabe destacar que elaborar un alimento de calidad depende de tres factores: el perfil nutricional formulado, la calidad de los ingredientes, y la tecnología y optimización de los procesos empleados en su fabricación.
Los requerimientos nutricionales de todas las especies acuáticas cultivadas se consideran bajo cinco diferentes grupos de nutrientes: proteínas, carbohidratos, lípidos, vitaminas y minerales.
Estos requerimientos cambian significativamente durante el desarrollo y los alimentos tienen un desempeño diferente según la fase de crecimiento. Considerar este punto es clave para garantizar la seguridad alimentaria, entendiéndose el abastecimiento de productos para atender la demanda, sin descuidar la inocuidad, rentabilidad y la estabilidad laboral de un sector que en el año globalmente complicado (2020), le generó al país ingresos por cerca de USD 3 600 millones. Este resultado, por decirlo de alguna manera, muestra un comportamiento resiliente.